miércoles, 8 de julio de 2009

Granjas del siglo XXI para salir de la pobreza I


Setenta por ciento de la pobreza global más grave se encuentra en las zonas rurales de nuestro planeta. Pero con la ayuda de inversiones modestas en irrigación y acceso a los mercados globales, los sectores agrícolas podrían convertirse en la clave para acabar con la pobreza global. Si pudiésemos hablar con un granjero de África, Asia o Latinoamérica todos te plantearían una problemática similar: podrían aumentar su ingreso anual en unos $500 dólares al año si pudiesen tener acceso a las herramientas para producir intensamente en un cuarto de hectárea de tierra cultivable. Pero no tienen cómo adquirir mejores métodos de cultivo, irrigación y acceso a los mercados de los países desarrollados para vender sus productos. Integrarlos resulta una carrera contra el tiempo, deberemos, según las medidas que tomemos, alimentar a dos o tres mil millones de seres humanos más para mediados de este siglo. Los avances de la revolución verde de 1950 expandieron la producción agrícola global pero no ha bastado para mitigar la pobreza y el hambre en el planeta. Sólo en África subsahariana 300 millones de seres humanos sobreviven con menos de un dólar al día, 200 millones de indios están desnutridos y en Latinoamérica 8.8 millones de niños. La sustentabilidad ambiental no es posible sin que toda la humanidad tenga acceso a combustible, a la salud, la energía, al agua potable, a la comida y todos los demás avances tecnológicos que han mejorado la vida en buena parte del planeta desde el comienzo de la Revolución Industrial. Los pobres que no tienen acceso a combustibles para cocinar (como gas) terminan deforestando sus comunidades, erosionando el suelo e imposibilitándolos para generar comida para sí mismos. Este es un ejemplo típico de una trampa de pobreza, en la que la falta de recursos nos les permite escapar. Las pequeñas granjas productivas y con acceso al comercio que los subsidios de las naciones ricas han negado pueden ser claves para acabar con la pobreza mundial. Uno de los grandes logros de la Revolución Verde fue aumentar el grueso de la tierra irrigada de 100 millones de hectáreas a 276 millones actualmente. Este crecimiento aumentó la productividad del sector y de comida más barata y abundante. Sin embargo la primera Revolución Verde se enfocó a aumentar la producción no a aliviar la situación de los más pobres del planeta. La desnutrición subsiste en países que son autosuficientes en su producción interna de comida. La siguiente Revolución Verde puede garantizar el acceso a los más pobres a la comida y protegerlos de las fluctuaciones globales, sin embargo su función más importante sería crear empleos productivos que ayuden a superar su condición.

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