La tecnología utilizada para aumentar la productividad agraria se está rezagando. Entre 1950 y 1990 la producción agraria mundial creció a una tasa de 2.1% anual. Pero desde 1990 al 2007 esa productividad ha aumentado sólo 1.2% al año. En la cumbre mundial de alimentos celebrada el verano pasado el Secretario General de la ONU Ban Ki-moon declaró que será necesario aumentar en un 50% la producción agrícola para 2030, lo que permitirá cubrir la creciente demanda. Para 2025 es posible que perdamos anualmente el grueso de la producción agrícola de India y Estados Unidos combinados por escasez de agua, es el equivalente al 30% de toda la producción de granos. Aproximadamente 70 por ciento del agua potable utilizada en el planeta es para el sector agrario y usamos aproximadamente un litro para generar una caloría de comida. Estos datos demuestran que el futuro del agua depende del futuro del sector agrícola. Los bioenergéticos han puesto al vital líquido bajo más presión para su uso, gestión y accesibilidad. Los cambios en los patrones de consumo alimenticio. Toma 10 litros de agua fabricar una caloría de carne. La dieta diaria de un habitante del Cairo se sostiene con 3 mil litros de agua mientras que el de uno de Los Ángeles cuesta 6 mil litros. Además el ganado es otro importante causal de deforestación. Y los biocombustibles comparten este vicio de la carne por usar el agua de manera insostenible. Fabricar un litro de biodiesel de soya toma 9,100 litros de agua, un litro de bioetanol de maíz cuesta 4,100 litros del líquido del cual surgió la vida en nuestro planeta.
La mayoría del desperdicio del agua se da en el sector agrícola, prueba de ello es que en otras actividades como higiene y manufactura utilizan en promedio 100 litros. Es necesario que los masivos subsidios gubernamentales a los bioenergéticos bajen y la intervención se enfoque a eficientar el uso del agua en el sector agrícola, se ha demostrado que hay tierra arable para alimentar a las potencias emergentes y en ciertos casos la aplicación de mecanismos para eficientar la producción de carne han logrado cortar el uso de agua potable utilizada en el proceso por la mitad. Y un mecanismo interesante sería ponerle un precio al agua, pero sólo al sector. El vital líquido sería aún gratis para cubrir las necesidades humanas pero para la agricultura podría instaurarse un sistema de bonos intercambiables global. En ciertos climas ciertos granos se desarrollan mejor que otros y con cantidades muy diversas de agua utilizadas en el proceso. Con los bonos los productores a nivel global podrían intercambiarlos y eso ayudaría que los países siembren por fuerza del mercado los productos que mejor se den en sus respectivas naciones. Además, como resultado del cambio climático, varias zonas productoras como el Norte de África y el Sureste Asiático sufrirán de falta de lluvias y sequías prolongadas. Para ello desarrollar granos genéticamente modificados para resistir sequías prolongadas requerirá de inversión pública y ayuda internacional para dar acceso a la tecnología e infraestructura necesaria. Sistemas de fermentación pueden reducir en un 90 por ciento la demanda biológica de agua y permiten reciclarla en el proceso, el metano liberado en el proceso (un gas de efecto invernadero mucho más dañino que el CO2) puede ser capturado y utilizado para generar energía. Los pesticidas contaminantes también representan una amenaza para nuestros sistemas acuíferos, será necesario restringir su uso y desplazarlos en su totalidad. La escasez del líquido vital afecta principalmente a los pequeños granjeros de los países pobres que habitan en zonas áridas y semiáridas. Estas zonas a su vez concentran la mitad de la hambruna. Darles acceso al agua a los más necesitados debe ser prioridad.
sábado, 6 de junio de 2009
Bioenergéticos, sector agrícola y agua
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Una observación bastante atinada: necesitamos invertir en el el futuro tecnológico del sector agrícola, ya que el rezago en el desarrollo de técnicas e instrumentos hace poco sustentable el crecimiento del campo.
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